Según un artículo publicado en la revista Scientific American,“por lo menos mitad de los niños con autismo batalla para dormirse o continuar durmiendo y, de acuerdo con las encuestas realizadas a los padres, este número podría sobrepasar el 80%. Para niños típicos, los valores rondan entre el 1 y el 16%”.
En la actualidad, sabemos que el sueño depende de un mecanismo complejo que involucra varias estructuras encefálicas y neurotransmisores. Además, es importante recordar que la privación del sueño (es decir, dormir poco o menos de lo necesario) tiene como consecuencia efectos graves dentro del funcionamiento cerebral, hormonal y comportamental.
Aquellas personas con trastorno del espectro autista (TEA) poseen un riesgo mayor de desarrollar problemas relacionados con el sueño. Por lo general, se presentan quejas como “dificultad para iniciar el sueño”, “sueño agitado” o “despertares nocturnos recurrentes”. Algunos síntomas como el ronquido, la falta de aire durante el sueño y/u orinar la cama pueden llegar a requerir un diagnóstico más detallado y un tratamiento efectuado por un especialista en sueño.
Relación entre la gravedad del autismo y la severidad del trastorno del sueño
Existe también una relación directa entre la gravedad del autismo y la severidad del trastorno del sueño. Es decir, cuanto más grave es el TEA, mayor será la intensidad o frecuencia de los problemas de sueño. Además, cuando el niño con TEA presenta otras comorbilidades neuropsiquiátricas, como el trastorno por déficit de atención con hiperactividad, comportamiento impulsivo, trastorno de ansiedad, trastorno de conducta, o trastorno negativista desafiante, el riesgo de trastornos del sueño aumenta.
Todavía no sabe con certeza por qué ocurre esto. Lo más probable es que estos niños con TEA son incapaces de realizar una “lectura social” adecuada de los estímulos discriminatorios que le indican al individuo que se acerca la hora de dormir. Aunque los ritmos circadianos del cuerpo y el ciclo claro/oscuro estén preservados en el TEA, existe una dificultad para percibir ciertas características ambientales que sugieren que se acerca la hora de dormir. Esto probablemente hace que el cerebro presente una dificultad para desencadenar los procesos naturales que inducen el sueño. Otro aspecto no menos importante es que los niños con TEA son mucho más sensibles a estímulos ambientales como los sonidos, olores y estímulos visuales. Esto podría causar que el cerebro se mantenga en un estado permanente de excitabilidad y se dificulte tanto el inicio como el mantenimiento del sueño. Hay casos de niños con TEA que son muy sensibles al tacto, de forma que el mero contacto con la sábana o una manta puede dificultar el sueño.
Otro aspecto a tener en cuenta es la hormona melatonina, que ayuda a regular los ciclos de sueño y vigilia. Esta hormona se produce en varias partes de nuestro cuerpo, como la retina, las glándulas lagrimales, los linfocitos y el intestino. Sin embargo, la mayor producción de melatonina proviene de la glándula pineal, localizada en el cerebro. Además de mantener el sueño nocturno, la melatonina ayuda a reducir la temperatura corporal, la frecuencia cardíaca y la presión arterial durante la noche. Por esta razón, se indica con frecuencia un tratamiento de melatonina oral para muchos casos.
Sugerencias para mejorar el sueño de un niño autista
Estos son algunas sugerencias que pueden ayudar a mejorar la calidad del sueño de un niño con autismo:
- Actividad física: Realizar ejercicio es una buena forma de gastar energía, preferible durante el período de la mañana o el comienzo de la tarde.
- Condiciones de la habitación: Mantenga la habitación fresca, oscura y silenciosa para evitar estímulos sensoriales que puedan dificultad el sueño. De ser posible, utilice cortinas que oscurezcan la habitación y minimice el sonido externo.
- Rutina: Establezca una rutina a seguir una hora antes de la hora de dormir, incluso durante los fines de semana y vacaciones. Apague todos los dispositivos electrónicos y proporcione una rutina clara y repetitiva que incluya colocar el pijama, lavar los dientes, leer juntos o cualquier actividad que sea relajante para su hijo (y para usted). Algunos niños responden muy bien a un baño caliente y una comida antes de dormir. Muchos de estos niños con autismo tienen un apego a ciertos juguetes que pueden incorporarse en la rutina.
- Proceso para dormir: Ayude al niño a dormirse solo en su cuarto. Si esto no es una práctica habitual, el proceso debe ser gradual. Comience por sentarse en el otro lado del cuarto y luego vaya alejándose hasta salir del cuarto por completo.
- Eventos relajantes y estimulantes: Determine cuáles situaciones relajan y cuáles estimulan a su hijo. Las actividades relajantes deben formar parte de los hábitos a adoptar antes de dormir, mientras que las actividades estimulantes deben realizarse más temprano. Por ejemplo, si el baño es un evento estimulante en vez de relajante, realícelo más temprano.
- Temperatura ambiente. Instaure una temperatura ambiente que sea agradable, ya que lugares con calor o frío excesivo pueden dificultar los fenómenos cerebrales que desencadenan y mantienen el sueño nocturno.
En el caso de que ninguna de estas sugerencias funcione, el médico puede solicitar un estudio del sueño para ayudar a identificar problemas relacionados con el ciclo del sueño del niño. De esta forma, se pueden revelar trastornos del sueño como la apnea del sueño, síndrome de piernas inquietas o síndrome de movimientos periódicos de las piernas.
Un sueño no reparador puede afectar no solo al niño, sino que también a toda su familia. Una buena noche de sueño mejorará la calidad de vida del niño con TEA.